¿Qué es la circularidad?
¿Qué es la circularidad en un producto?
La circularidad es un concepto que se escucha cada vez más en nuestra sociedad, y que combina varios conceptos íntimamente ligados con la sostenibilidad. Referida, por ejemplo, a un producto, la circularidad englobaría un diseño duradero, que implique materiales sostenibles (reciclados y reciclables), que tenga una vida útil prolongada y que llegada a su fin, se pueda reciclar. En un mundo con materias primas finitas, la circularidad tiene que ser un criterio básico en la fabricación de cualquier producto.
¿Porqué la circularidad no se ha aplicado antes?
A pesar de que el concepto de circularidad está más presente en los últimos años, la circularidad se ha aplicado desde hace cientos de años. De hecho, lo novedoso es justo lo contrario, la fabricación de productos de usar y tirar, con materiales sintéticos no reciclables, fabricados en masa. Conceptos como la obsolescencia programada o la huella de carbono están intrínsecamente ligados al uso de combustibles fósiles, o la economía de escala, que son invenciones humanas «recientes».
Si nos centramos en el ámbito de la construcción, las construcciones más antiguas que podemos encontrar suelen estar construidas con materiales sólidos, del entorno cercano, que en muchos casos se han reutilizado de construcciones aún más antiguas. En el caso de iglesias o murallas, es muy frecuente encontrar sillares con marcas que acreditan un origen diferente al de su uso actual. Debemos tener claro que la circularidad es un concepto con el que la humanidad lleva conviviendo desde sus orígenes, y que ahora estamos redescubriendo.
¿Cómo puedo ser un consumidor responsable?
En primer lugar, hay que entender que estamos en un proceso de transición. A día de hoy, no contamos con soluciones comerciales circulares en todos los ámbitos, lo que limita la capacidad de los consumidores de comprometerse al 100% con ésta idea. De cualquier modo, es un proceso en curso, y un consumidor responsable debe informarse y apoyar aquellas iniciativas que mejor se alineen con su forma de pensar. Os vamos a dejar algunas ideas de acciones circulares que pueden resultaros interesantes:
Consume de manera responsable.
Lo que se necesite, cuando se necesite. Evitemos el consumismo como «premio» porque la propiedad de las cosas no suele ser el origen de la felicidad.
Repara. Si no es posible, valora si se puede reutilizar para otro fin.
Aprender a reparar personalmente puede ser una fuente de satisfacción personal, y si está fuera de tu alcance, puedes encontrar tiendas cerca de tu entorno que pueden ayudarte.
Infórmate. El saber es poder.
Aprovecha la información pública disponible para tomar decisiones informadas. Nunca hemos tenido tanta información a nuestro alcance, y podemos aprovecharlo.
Modela tu entorno con tu ejemplo:
Establece criterios de compra que se alineen con tu forma de pensar. Es una forma directa de decirle a las empresas qué quiere el mercado.
Piensa en el largo plazo:
Valora el ciclo de vida global de un producto. Cuánto tiempo vas a poder usarlo, cuánto costará mantenerlo y qué pasará si se estropea, etc.. Sólo entonces sabrás su valor de compra.
La reputación es importante.
Una empresa que da un buen soporte post venta aporta un valor intangible en el segundo de la compra, pero muy importante durante el resto de años de uso. Tenlo en cuenta.
Estudia cuáles de éstas recomendaciones están a tu alcance, e implántalas en tu día a día en función de tus capacidades. Además de ser una solución para el problema que hemos generado en el medio ambiente, la economía circular puede ser divertida y muy útil para fomentar valores positivos, y contraponerlos a otras tendencias aún presentes en nuestra sociedad. Estamos en un proceso de cambio, no tanto para nosotros, sino para las siguientes generaciones, y tan importante será el entorno que les dejemos, como la educación para saber qué hacer con él.